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21 de enero de 2025

Desde el mismo instante que el hombre inicio su relación con Dios y su hijo, no cabe duda que en el centro de su aceptación divina, se encuentra la voluntad de asumir una conducta diferente ya que el Cristianismo trae consigo el despertar de la conciencia.

Una conciencia con Ética cristiana que germina la semilla de un sustancioso cultivo de cualidades morales, los cuales tienen injerencia directa en la conducta del hombre por su convicción y su actitud hacia el prójimo, es el reflejo de la misma. Una de los mayores logros en ese renacer del cambio es el respeto por la vida, un derecho humano por naturaleza y por la propiedad, el hogar, los hijos, la gracia y el perdón que desplazan toda actitud de agresividad y venganza.

Pero es menester que el hombre escudriñe la historia y vaya mas allá de todo lo que tiene a la mano. Todo tiene su razón de ser y lo que puede parecernos  un crisol sea más bien un pantano, porque de hecho se trata de ser mas intuitivos y tratar de percibir lo que realmente puede dar frutos dentro de nosotros mismos.

La ética cristiana debe ser nuestra fortaleza y Jesús nuestra punta de lanza, ese es el verdadero cristianismo, en la práctica de su palabra, de sus enseñanzas, de su ejemplo y de su amor.

La fundación del cristianismo, su origen, su transición a través de la historia nos revela un amplio panorama, que solo a través de la interpretación que queramos darle de forma particular, podremos idealizar un concepto muy personal que se amolde a las necesidades espirituales de cada quien.

Y de acuerdo a ese concepto, recrear nuestra propia ética cristiana y no me refiero a hacer las cosas como mejor nos parezca. Se trata de tener una conciencia tranquila, sin que tengamos que vivir reprimiendo cada paso que damos, pero es fundamental, indispensable y necesario que cultivemos el estudio y obtener  un enriquecimiento mayor de conocimientos mucho más profundos que le den solidez a lo que verdaderamente creemos que es lo correcto.

Es un hecho la santidad de Dios porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo” como una característica divina que se puede y debe imitar y aunque parezca incomprensible o lo sea para muchos, se presume que Cristo Jesús permite el discernimiento moral plasmado en nuestra conciencia, quien llevara las riendas de nuestra conducta cristiana con ética cristiana.

El aspecto más subliminal del cristianismo es la creencia de ser limpios si somos bañados con su sangre derramada en su crucifixión. Es un don de discernimiento, para poder escoger el bien y rechazar el mal.

Prácticamente, todo tiene que ver con la influencia que se ejerce en la conducta del hombre y según el cristianismo, Dios le da la capacidad al ser humano de poder de elegir y tomar sus propias decisiones, denominándolo libre albedrio.

Se acostumbra en el cristianismo que el primer paso a dar es la conversión, aceptar a Dios por su amor primero que todo, puesto que el resto de todo aquello que se  espera de él vendrá bajo esa esperanza y Fe incluyendo una salvación.

Sea como sea, como seres humanos necesitamos tener sentido de dirección y propósito y al asumir con ética cristiana la disposición  de cumplir la voluntad de Dios más que conocerla, estamos creando una conducta apropiada para la convivencia dentro de una sociedad cada vez más diversa de razas, pensamientos, costumbres y valores.

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